miércoles, 31 de octubre de 2007

Días del diez


31 de octubre. Mañana, después de esta noche de brujas, será el día de todos los santos. Luego de esta velada de disfraces y dulces, cuando la gente esté en los cementerios, en las tumbas de sus muertos, esta jornada también pasará a la historia (y vaya que sí), será un recuerdo, quedará en la memoria. Porque hoy no sólo son las últimas 24 horas del mes, una treintena de días en los que muchas cosas pasaron; también representa, por lo menos para mí, el fin de algo. El fin de una vida en comunidad, el fin de tanta fiesta, el fin de algo que cambió mi existencia. Y qué es la vida sino un cambio tras otro...o quizás sobre otro? Octubre es casi el término de un año sin pega, un año de latinoamericanización, un año extraño. Un año extra. Y vendrá noviembre, para que este sí sea mi año de tesis. Y le seguirá diciembre y todas sus decisiones, elecciones y conclusiones. Mañana olvidaré lo malo, lo feo, lo triste. Los de otros y lo mío. Porque yo no soy ningún santo. Por eso mismo, vivito y coleando, mañana empieza una nueva vida. Como dice Lester Burnham: "It´s never too late to get it back".


PD: A quienes se preguntan por qué este jodido ha dejado botado su blog y no ha posteado con la misma frecuencia que antes. Las razones son varias: me complica escribir sobre cosas no tan personales, contingentes y más comentables; también creo que mi tesis me ha tenido atareado. Y además, porque me desmotiva la ausencia de lectores de este maldito diario-bitácora-cuaderno.

sábado, 13 de octubre de 2007

Agua


Mucha agua ha pasado por debajo del puente. Y es que el tiempo se va, la vida es corta. Suena a eslogan de campaña publicitaria para una AFP o una isapre. Pero es cierto. Muchas cosas han sucedido desde la última vez que posteé en este blog que, sospecho, pocos o casi nadie lee a juzgar por los comentarios y mensajes que (no) hay en la página. Los entiendo, talvez todos quedaron a medio camino (o a media lengua) entre que lo hacían o no, entre que lo publicaban o no. Por lo pronto, a los fieles lectores digo que estoy en nueva casa, viviendo con dos amigos centroamericanos (Honduras y El Salvador), y que Yao se ha ido, me ha dejado.

Pero volviendo al agua. Agua, agua, agua. Nunca me ha gustado el agua en verdad. Aguácala. No llegaré nunca a ser un potómano. Ni me trago lo de que es la fuente de la juventud o que purifica el alma. Aunque la soporto con gas y bien helada. Bueno, en realidad, sólo me agrada Managua. Y el nombre, porque a la ciudad no he ido.