sábado, 8 de septiembre de 2007

ECS


¿Cuántos podrían decir que en sus vidas ha sido más importante un extranjero que un chileno (como el que escribe) o hasta que una persona (sea cual sea el género)? ¿O quiénes serían capaces de afirmar que en sus días ha tenido más relevancia un turista -no un viajero, como yo creo que debe ser el que se las dé de nómade o errante por el mundo- que un habitante local de su país? Para saberlo nada más habría que contarlos y llevar las estadísticas.

Pero ya sin necesidad de usar papel y lápiz o la calculadora para llegar a ese número total, lo que interesa aquí es otro resultado: la consecuencia, el efecto de este hecho.

Debo entonces asumir la responsabilidad, confesar: me declaro culpable, acatar la sentencia y cumplir la condena por este "delito" cultural que se puede tipificar como traición a la patria, ultramalinchismo, antichovinismo o hasta una involución para la especie humana (o el reino animal) u otros.

Aunque, así como aquellos típicos gringos con chorcito largo y tenis blancos a los que les fascina regatear en mercados y tiendas, en el caso de este "ilícito" se hará el alegato de mi abogada defensora Y.C. y la apelación del veredicto, para solucionar este problema matemático - sicológico - jurídico - antropológico.

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