miércoles, 12 de septiembre de 2007

UNU


Pienso, a propósito del 11 de septiembre, en las Torres Gemelas. Pero no esos gigantescos rascacielos que sufrieron el atentado en Nueva York (2001), sino en otras dos torres, igualmente gemelas (o almas; una por cada uno: 1y1) y que se cayeron anoche, a 6 años del llamado "peor ataque terrorista de la historia".

Y se desmoronaron, se derrumbaron, se vinieron abajo, se precipitaron a tierra esas estructuras, ya no de vidrio y acero, sino de carne y hueso. Y lo hicieron como mantequilla (lo mismo que las Twin Towers, que se derritieron como la peanut butter que tanto le gusta a los yanquis). Aunque, en este caso, literalmente. Eso porque las "soulmates" tocaron suelo -o mejor, mesa- en un restaurante barroco-kitsch criollo-bachicha de Providencia (no muy divina) donde había vino, pastas, pan y la mantecota esa.

No muy lejos de ese barrio -pero casi tres décadas y media antes (1973)- el Palacio de La Moneda del presidente Salvador Allende era bombardeado con aviones (otra coincidencia, una casualidad más), hecho referido como el 11 de "setiembre" mucho antes de que en gringolandia se empezara a hablar de 9/11 o nine eleven.

Pero hoy, ahora, aquí y para mí, nada más queda que guardar un minuto de silencio por las víctimas, después de tanto grito y tanto llanto, y que no se invada ni se haga la guerra (en el cuarto o el cuerpo) por venganza o justicia. Sólo resta que no se repita esto y que sean (re) construidas ambas ánimas mellizas en pena.

Es otro día, estamos a 12 del nueve, y no quiero pensar, como un celoso-envidioso, que se ha roto la simetría y que ya hay una tercera (en el dos de doce), más alta y más grande.



PD: a I.Y.C.T., con quien compartí tantas "onces" y tantos postres de "Grandes Manzanas" con yogur y cereal en casas...y edificios. En la foto: sal y pimienta. Pensé en poner arroz y porotos del gallopinto, pero no daban la idea de elevación y relieve de las T.

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