
Apago la canción que tenía y la casa está en silencio. No hay ruidos. Y yo callo, enmudezco: como no estoy hablando sino tecleando, no meto boche. Nada se oye entonces. Bueno, nada de nada, no. Pero para efectos narrativos, hagamos de cuenta que sí.
Y la música que se me viene a la mente es ambiental, atmosférica, espacial. De esas que uno pone en el equipo de la cabeza para hacer un "trip", para "get high" sin moverse del asiento o de la cama. En realidad es del escritorio, pero ello recuerda demasiado a un lugar de trabajo o una jornada laboral, y no es la idea. La idea es imaginarse unas vacaciones, un break de la ciudad histérica. Por eso, nada mejor que un sonido new age, lounge, house, downtempo, dub, trip hop o chill out de fondo. Puedes cerrar los ojos y hasta taparte las aurículas...después de todo, esto lo estás imaginando.
Eso te hará sentir la buena bulla -o el barulhinho bom: el buen barullito, como se diría en BR-, esa que te trae paz y tranquilidad, esa que se escucha al juntar los labios y que está casi (sólo casi) ausente.
PD: Entiendo que la electrónica -suave como los estilos ya mencionados o veloz como el drum and bass- no suena mal en las metrópolis (aunque se quiera quietud y armonía) ni en las zonas rurales. Así como tampoco un tema folclórico en la urbe o una pieza clásica en el campo. Es que la música se puede tocar en cualquier lado y en todo momento, sea real o ficticia, verdadera o inventada. Es sólo prenderse, sólo parar las pailas...esteeee, las antenas.